La escoliosis se trata de una alteración de las curvas de la columna vertebral en los tres planos del espacio (coronal, sagital y transverso). Con el paciente de lado podemos ver que la cifosis dorsal se acentúa (un ángulo de Cobb de más de 10º), en el plano sagital puede observarse como las vértebras forman curvas laterales fuera de la línea media y normalmente también hay rotación de las vértebras.
Se pueden clasificar en dos
grandes grupos:
- Rígidas, cuando al flexionar la espalda, se puede observar un lado del tronco más elevado que el otro, debido a la lateralización y rotación de las vértebras.
- Adaptativas, cuando al flexionar la espalda, las curvas laterales y la rotación desaparecen y la columna vuelve a la línea media del cuerpo, se observa como los dos lados del tronco están a la misma altura. Son las más benignas, ya que suelen deberse a las posturas que tomamos en el día a día.
De forma más específica, existen
otras clasificaciones que varían según los grados y los planos en los que se va
desarrollando la escoliosis.
Entre los orígenes
que pueden tener las escoliosis encontramos:
- Muscular: debido a descompensaciones de las fuerzas musculares
- Congénita: por algún tipo de malformación del individuo
- Como consecuencia de alguna enfermedad subyacente (parálisis cerebral, enfermedades pulmonares…).
La escoliosis, suele aparecer en
individuos jóvenes, a los cuáles normalmente, no les duele la espalda, si no
que los padres observan desde fuera que la espalda del individuo no parece
alineada. También puede aparecer durante la edad adulta, pero es más raro y
casi siempre es adaptativa.
Cuando aparece la escoliosis
rígida en edades tempranas sin ninguna causa aparente, es importante acudir al
médico, ya que suelen ir desarrollándose con la edad. Ésta se conoce como
“escoliosis idiopática”, es decir, no se sabe cuál es su origen. En los
momentos de fuertes cambios hormonales como la primera regla o la menopausia se
pueden sufrir picos en los que la escoliosis aumenta la deformidad. Entre los 18
y los 20 años su desarrollo se frena, pero durante la edad adulta sigue
creciendo, a un ritmo medio de 1º por año (aunque antes se pensaba que no
crecía más). Hay estudios que plantean la hipótesis de que se deben a
alteraciones hormonales, y otros que, tras observaciones de resonancias
magnéticas, se deben a una alteración entre el neuroeje (el eje del cerebro) y
el neurorraquis (el eje de la médula espinal).
La escoliosis, de por sí, no
suele ser dolorosa, hay casos (de pacientes muy antiguos, o más actuales, pero
en los que hay un servicio médico muy deficiente) de escoliosis de más de 100º
de inclinación en los que la espalda se observa totalmente retorcida, pero la persona puede hacer vida normal, sin muchas limitaciones. Cuando puede haber
más dolor es en picos de crecimiento de la deformidad o debido a que los
músculos que la están provocando se han contracturado, ya que la gran tensión a
la que están sometidos, además sufran algún sobreesfuerzo en alguna postura o
gesto.
Para controlar e incluso frenar
el desarrollo de la escoliosis, lo primordial es ir al médico para que la evalúe.
En etapas tempranas, cuando es más leve, una tabla de ejercicios adecuados
establecidos por un fisioterapeuta, suele ser suficiente. Si a pesar de los
ejercicios, la escoliosis sigue creciendo, el médico recetará al paciente un
corsé que ayudará a frenar su desarrollo, y se le mandará a un centro con
fisioterapeutas especializados en escuela de espalda donde se realizarán
ejercicios correctivos tanto en suelo como en piscina (si el centro dispone de
piscina). Normalmente con esto suele ser suficiente. Si no lo fuera y se observa
un crecimiento descontrolado, que suele ser la minoría de los casos, lo último
que se realiza es cirugía, en la que se fijan unas varas a ambos lados de todas
las vertebras que forman las curvas y se tensan para realinear en la medida de
lo posible dichas vértebras, procurando dejar libres las vértebras cervicales y
lumbares para permitir cierta movilidad.