En anteriores entradas hablamos
sobre qué era el dolor, cómo se clasificaba y cuáles eran los tratamientos que
más se utilizaban para luchar contra él. En esta nueva entrada o vamos a
hablar sobre cómo se produce el dolor, para ello diferenciaremos el dolor agudo
del crónico, ya que, aunque las estructuras que entran en juego son las mismas,
no se producen de la misma manera.
Antes de nada debemos saber que
en nuestro organismo encontramos infinidad de sensores que responden a
estímulos mecánicos (golpe), químicos (ya sean externos como un ácido o
internos como un cambio hormonal) y térmicos (frio/calor). Es importante tener
claro que estos sensores no son receptores del dolor. Los sensores tienen una
vida corta y se van reemplazando a los pocos días, la fabricación de estos
sensores permanece de manera estable, siempre y cuando no haya nada que lo
altere (como un accidente o el stress)
En el dolor agudo, cuando estos
sensores reciben alguno de estos estímulos liberan sustancias que llegan hasta
la neurona, haciendo que esta se excite y envíe un impulso eléctrico a través
de varias neuronas hasta la médula y de esta al cerebro. Entonces el cerebro
procesa la información que recibe y envía una respuesta para evitar que los
sensores sigan abiertos. Por ejemplo: cuando tocamos algo que está caliente, el
estímulo “calor” llega hasta el cerebro y este decide si es muy fuerte y nos
está quemando o si es algo tolerable para nuestro organismo, si decide que nos
está quemando su respuesta será quitar la mano.
En el dolor crónico, se provoca
la producción de más sensores y además estos permanecen más tiempo abierto, lo
que permite que se liberen más sustancias hacia la neurona, esta se vuelve más
sensitiva para ser más eficiente, incluso puede provocarse que crezcan neuronas
adyacentes para ser aún más eficaz. Por lo tanto llegarán más impulsos hasta la
médula, por su parte la médula funciona como un distorsionador entre las
neuronas y el cerebro, por lo que el cerebro siempre recibe un mensaje alterado
que le informa que hay más peligro del que realmente hay. Por lo tanto, el
cerebro mandará una señal de respuesta desproporcionada. Ejemplos de esto sería cuando tenemos un
accidente de coche y nos dañamos el cuello, pese a que a los 3 meses el tejido
se ha recuperado seguimos sintiendo dolor, y es porque nuestro cerebro recibe
información errónea que le avisa de un daño que no existe.
De esta manera se producen 3
fenómenos relacionados con el dolor:
- Hiperalgesia: los tejidos que antes dolían, ahora duelen más. (ejemplo: un pellizco que antes dolía 3/10, ahora duele 7/10)
- Alodinia: los tejidos que antes no dolían, ahora duelen. (ejemplo: una caricia que antes no dolía, ahora duele)
- Sensibilización central: el cerebro y la médula están sensibilizados ante los estímulos dolorosos, así un simple recuerdo o pensamiento, puede provocar dolor. Es impredecible ya que el cerebro siempre está alerta y se puede desplazar a otras áreas. (ejemplo: la fibromialgia)
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